César Alejandro Insaurralde, nació en la ciudad de Saladas, tiene 29 años, comenzó a bailar a los cuatro años y terminó produciendo obras en México y alrededores. Su próximo objetivo es mudarse a Europa e instalarse con su empresa y escuela de danza. Su mayor anhelo es tener hijos, “siempre supe que iba a ser padre soltero por mi profesión, y eso lo tengo en claro y trabajado psicológicamente”, dijo.
“Siempre supe que quise volar, pero nunca pensé que llegaría tan alto”, fueron las palabras de César Alejandro Insaurralde tras una extensa charla en el salón de reuniones de la Redacción de época. Oriundo de la localidad de Saladas, a unos 100 kilómetros al Sur de la capital correntina, desplegó sus alas a través del baile y logró conquistar Centroamérica.
Sin dudas los sueños están para ser cumplidos, pero ser tocado por la “varita mágica” es para sólo unos pocos. Se mueve como pez en el agua con los negocios y esto le permitió hoy en día ser dueño de cinco productoras distribuidas a lo largo de Centroamérica, en los cuales es cabeza de compañía, arquitecto de sus obras y diseñador de sus producciones.
"Quiero devolverle a mi país lo que me dio para poder volar muy alto”.
Ni él ni su familia iban a imaginar semejante destino. Recordando sus inicios, contó que de pequeño era muy inquieto. Entonces su madre lo mandó a aprender folclore a los cuatro hasta los 12 años con el recordado maestro Ramón Paulino Feü (Padre del Ballet Folclórico Municipal "Ramón Paulino Feü" de Saladas) .
De ahí fue a estudiar danzas árabes y a los 17 años comenzó a buscar su rumbo hacia Buenos Aires, lugar en el que ganó una beca con un bailarín muy reconocido en el ambiente árabe llamado Amirthaleb. Con él viajó por el mundo, hizo giras completas por Argentina y el MERCOSUR. A los edad de 20 años, egresó de su escuela y comenzó a estudiar la licenciatura en danzas, una vez recibido su mapa de destinos se amplió y se mudó a México.
En medio de sus estudios como licenciado comenzó a producir sus propios espectáculos. Empezó con siete, después 20 y terminó formando “Afroditas Company” con 50 bailarines en escena. Hizo gira por los estados de este país, luego se fue a Guatemala donde puso una escuela y así logro expandirse a El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica y Panamá. Por ello vivía en Centroamérica un mes y regresaba a México otros dos a seguir estudiando.
Una vez establecido comenzó a producir una Convención de Encuentros de Danzas Árabes, en los que contrató artistas y produjo eventos como “Cleopatra” el año pasado y “Palacio” este año pero con toque especial, tiene a los mejores artistas argentinos del mundo árabe: Zaira Holuo y Yamil Annun reconocidos actualmente por la UNESCO. Tal es así que logró reunir tres amores y pasiones: su escuela de danzas, la productora y llegar a su mayor auge como bailarín.
César sigue creando, expandiéndose y armando nuevos negocios. Hoy produce “Nefertitis”, que se presentará el año que viene en México con la presencia estelar de Dina Talaat nombrada como la “última bailarina egipcia” por la revista estadounidense Newsweek. Pero no sólo los mexicanos tendrán el placer de verla ya que, el espectáculo seguirá su curso pero sin la bailarina del vientre egipcia. Planea estrenar en Argentina en agosto de 2019, más precisamente en Corrientes “lugar que me vio nacer, crecer y amar esta profesión”, contó el bailarín al momento que agregó otras plazas como Buenos Aires, Entre Ríos, Córdoba, entre tantas posibles.
“Quiero devolverle a mi país lo que me dio para poder volar muy alto, por lo que traeré mi productora completa, desde sonido hasta vestuaristas. Haré casting para darle la oportunidad a todos los amantes del árabe que quieran sumarse y montar una coreografía soñada”, señaló con una sonrisa en su rostro.
Por el momento, su destino final sería Europa, no sólo para llevar su espectáculo sino para radicarse por unos años allí: conocer el mercado, estudiar posibles sucursales para su escuela y analizarlo como lugar de concepción para una nueva vida.
Su principal objetivo es ser padre
“Una vez un psicólogo me dijo, vas a ser buen hijo cuando seas padre”, fue la primera frase que recordó al momento de hablar de su familia y ese lazo tan fuerte que lo mantiene en pie a tantos miles de kilómetros de su casa natal.
Su familia está conformada por sus padres y ocho hermanos, él es el tercero de la generación. A los 13 años tuvo una cirugía de varicoceles, que es el mal funcionamiento de las válvulas que normalmente se encuentran en las venas y puede causar una disminución en la producción y calidad de los espermatozoides, lo que lleva a la infertilidad. “Desde ese momento supe que tenía que inseminar y desde el sentido mismo de la pérdida me dio más ganas de ser padre porque sabía lo difícil que sería”, apuntó.
Sus pasos por Argentina son cortos pero intensos, por lo que vive momentos imborrables que le marcan un antes y un después en el curso de su vida. “Me pasó algo muy especial con la llegada de una sobrina, desde ver sus patadas queriendo salir, a ver a mi madre llorar de emoción. En ese momento me hizo un clic y vi lo importante que era para ella ser abuela, por lo que no pude evitar imaginarme como se pondría el día de mañana cuando nazca mi hijo”, recordó.
Si bien hasta el momento no tiene pareja, siempre supo que su profesión como bailarín y los viajes constantes los llevaría a ser padre soltero. “Quiero inseminar y formar mi familia, tener varios hijos y transmitirles los valores que me legaron mis padres. Es más, mi idea es que el día de mañana se críen en Saladas o Corrientes capital, pero quiero que mamen de pequeños la cultura que me formó y me guió para ser un hombre libre, trabajador y consciente de mi futuro”.
Este objetivo, hoy ya no tan lejano para César, tiene el camino marcado. En México pudo ahorrar, comprar propiedades y formar su capital para poder ofrecerles a sus hijos lo mejor, no sólo en lo material, sino también en lo emocional. “No quiero vivir para trabajar, sino trabajar para vivir y dedicarles el mayor tiempo del día”, analizó.
La experiencia de la vida le dio la claridad de sus pensamientos. “Llevo más de diez años viajando y preguntáme cuantas maletas y celulares son mis amigos, pero de amigos reales me sobran los dedos de una mano para decirte. Puedes ser rico de bolsillo, pero a mí me interesan más las cosas terrenales, las que vienen del corazón. Por eso nunca sentía que era de ningún lado, entonces comprendí que mi esencia estaba en la familia”, aseveró.
La desesperación del hambre lo llevó a una ciudad más grande y luego a otro país, pero el corazón lo tira constantemente hacia su tierra natal, sus orígenes, su familia. Con el baile en la sangre pero la familia en el corazón, el saladeño logró conquistar el mundo aunque siempre pensando en volver acompañado ya de su pequeña gran familia.
Nota dearrollada con información de Diario Época de Corrientes
Domingo, 19 de agosto de 2018