El 26 de agosto de 2011 se cumplirán 178 años de un hecho que, lamentablemente nuestra historia oficial no suele tomar muy en cuenta. Un breve repaso nos recuerda que un 3 de enero de 1833 los ingleses se apoderaron de nuestras islas Malvinas. Pero ese ultraje no tardaría en tener su réplica. Antonio Florencio Rivero, (*) un gaucho entrerriano que se desempeñaba como peón de campo en las islas, encabezó una rebelión, al frente de siete gauchos e indios y pasó a degüello al gobernador interino británico. Arrió la bandera inglesa y enarboló la enseña nacional en la gobernación de las islas. Esto le costaría persecución y el ser llevado para ser ahorcado en una cárcel de Londres. Devuelto al Río de la Plata por conveniencias políticas del viejo imperio inglés se enroló en las milicias federales y murió combatiendo en Vuelta de Obligado contra la flota anglo-francesa. Todo un gaucho y todo un símbolo de la estirpe criolla que no se resigna ante los que atropellan su tierra. Puede, con justicia, llamárselo El Primer Combatiente de Malvinas.
Fuente: (*) EL Gaucho Rivero y la Conspiración para apoderarse de Malvinas- Armando Fernández- Ediciones Argentinidad -2008- Novela Histórica 188 páginas. Ilustración: Sergio Ibáñez - Publicado por Armando S. Fernández.
El 26 de agosto de 1833 un grupo de ocho peones, todos analfabetos, acaudillados por el gaucho entrerriano Antonio Rivero, se sublevó y atacó a los encargados del establecimiento, dando muerte a cinco personas, entre ellas al capataz Simón y al despensero William Dickson. Luego se instalaron en la vivienda principal, arriaron la bandera inglesa e izaron la azul y blanca.
En días subsiguientes, el resto de los colonos cuyas vidas habían sido respetadas pudieron escapar y permanecieron refugiados en el pequeño islote Peat. Así, ambos grupos vivieron separados durante varios meses, sufriendo avatares diversos.
Finalmente, los primeros días de 1834, dos buques británicos llegan a la isla Soledad para recuperar la usurpación, organizando una partida armada para capturar a los gauchos, los que a su vez sufren una traición y una deserción antes de huir al interior de la isla.
No les resultó fácil a los ingleses, que necesitaron enviar varias expediciones, pero por fin logran apresar a los peones, engrillarlos y conducirlos detenidos a Gran Bretaña para ser juzgados.
Allí permanecen por varios meses presos hasta que el ministerio fiscal, estudiados los antecedentes del caso, le aconseja al Almirantazgo dejarlos en libertad y embarcarlos de vuelta a Buenos Aires, lo que así ocurre.
Se ha afirmado -aunque sin demostrarlo- que el gaucho Antonio Rivero perdió la vida mucho después, luchando valientemente para la Confederación en el combate de la Vuelta de Obligado.
Fuentes: (Extractada por Mi Saladas) - Investigación histórica de Pablo Hernández y Horacio Chitarroni-La Gazeta Federal.-
Domingo, 03 de abril de 2011