Don Marcos Marcelino Azcona, nació en el paraje Arroyito de San José de las Saladas, el 19 de octubre 1819, perteneció a una antigua y patricia familia, vino con sus padres a estas tierras del Pay ubre siendo muy niño aún, y así pudo modelar su espíritu en la reciedumbre de nuestros montes donde se criara y se formara en su juventud; realizó tareas rurales, más adelante adquirió un campo en el departamento del Pay Ubre donde construyó su casa, también poseía otro campo en las llamadas “ Misiones”, al otro lado del río Miriñay, al sur este de Colonia Carlos Pellegrini, denominado “ovecha- ratí” que en guaraní significa, cuerno o asta de oveja).
Saladas “Cuna de Héroes” cuenta en su historial de grandes hombres, que lucharon en defensa de la provincia y la libertad, Marcos Marcelino Azcona fue un héroe verdadero, orgullo de los saladeños, el coronel Marcos Marcelino Azcona, célebre en varios combates, hombre de gran valor, de inteligencia tan lúcida que lo convertía en un magnífico estratega en el campo de batalla, como lo aseverara el General José María Paz, su jefe en más de una ocasión.
Una avenida de la ciudad de Saladas en homenaje a su hijo dilecto lleva su nombre (“Avenida Costanera”). El cantautor Alberto Bofill, en su “Canto a Saladas”, lo nombra así:
Soy nacido en este pueblo
Soy de raza Guaraní
Cachorro de Marcos Azcona
Fiel creyente de Itatí
Esta anécdota fue antes del combate de Esteros Bellaco cuando el ejército Correntino y Paraguayo estaban acampando y esperando órdenes para atacar; todos los días salía un oficial Paraguayo montado en un hermoso caballo, se dirigía a la caballería Correntina desafiando a cualquiera que se atreviera a combatir a lanza seca; ante este insulto nadie se movía de sus filas ya que tenían órdenes de permanecer en sus puestos, pero después del tercer día de reto, Marcos Azcona solicitó permiso a su jefe el General Bartolomé Mitre para combatir, permitiéndole el desafío del Paraguayo; así tranquilamente, sin alardes como era su característica, se dirigió hacia el campo de combate, cuando estuvieron a unos cincuenta metros Azcona se detuvo, algo se dijeron, luego cerraron espuelas para el atropello, una fuerte polvareda envolvía a los jinetes cuando de pronto aparece al galope el Coronel Azcona, incorporándose nuevamente a su fila, comentando al General Mitre en guaraní “no se murió de antojo el paraguayo engreído”.
Otra anécdota que demuestra la grandeza de este saladeño, sucedió cuando le perdonó la vida a un sicario – enviado por sus adversarios políticos para que lo asesinaran-; Marcos Azcona tenía su casa particular en la calle Belgrano 540, lugar donde estaba descansando una noche de verano con las ventanas abiertas, como era costumbre de la época, el asesino esperaba la ocasión y acompañado con la oscuridad, se acercó a la ventana de la habitación del Coronel, observando que éste dormía disparó el trabuco, saliendo luego a correr y perdiéndose en las sombras, recordemos que solo la plaza principal estaba iluminada con faroles de aceite o kerosén, las demás calles carecían de luz. El proyectil hirió en las costillas a Azcona, rebotando en la pared, al día siguiente el Coronel ordenó una investigación, encontrando finalmente al hombre que lo atacó, a quien llevaron a declarar en la comisaría, confesándose autor del hecho y relatando que fue contratado. Este delito se castigaba en esa época con la pena de muerte, siendo fusilado o degollado. Después de varios días y concluida la investigación, el Coronel Azcona traslada al reo con una escolta de soldados hacia las afueras de la ciudad al norte y antes de llegar a los montes del Pay Ubre que comenzaba donde hoy es calle Yatay, detiene su caballo, ordenando al reo a hacer lo mismo. Azcona sacó de su bolsillo una libra esterlina y le dice en guaraní “¡toma y andate!”, perdonándole la vida.
El Coronel poseía un caballo tordillo llamado “Curé”, chancho en guaraní, animal noble e inteligente que lo acompañó en sus luchas, se decía que cuando estaba en plena batalla, viboreaba brioso, relinchando al parecer contento y se abalanzaba sobre los entreveros con diabólico desenfreno, como si se complaciera con el derramamiento de sangre; también se comentaba que Azcona tenía una reliquia para proteger su vida, poderosa para la pelea, sin desmerecer su coraje y gran valentía, algo natural en él y que el General Bartolomé Mitre calificara”¡ Primera Lanza de Corrientes!”. Estas son algunas anécdotas de nuestro valiente militar que supo conseguir sus ascensos en el campo de batalla, como lo plasmara en sus versos el genial poeta Mercedeño Don Carlos Alberto Castellán, “¡fue soldado, fue sargento ha oguahé hasta Coronel! “
Saladas, 19 de octubre de 2021