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Cuando se calló el cantor: A 25 años de la muerte de Alfredo Antonio Miranda
Don Alfredo Antonio Miranda, nació en Mburucuyá, provincia de Corrientes el 02 de mayo de 1922, luego se radico en la ciudad de Saladas donde formo su familia, "Don Alfredito" como lo llamaban los saladeños supo granjearse la estima y aprecio del pueblo de Saladas, en homenaje a él, una calle en el extremo este del barrio Don Bosco de la ciudad de Saladas  perpetua el  nombre de su hijo adoptivo. Don Alfredo Miranda falleció en Saladas  el 27 de junio del  año 1998.
Hoy,  27 de junio de 2023 al cumplirse el vigésimo quinto aniversario de su  fallecimiento, quiero compartir con mis lectores este tipo de biografía incompleta u otra definición que pudiere corresponderle, que lo encontré navegando internet, sin título y de autor desconocido.

Transcribo textualmente de la publicación sin título:

“Sus Comienzos: Alfredo Miranda, en su niñez, fue famoso a través de la armónica. Luego, con el Mbaracá. En Buenos Aires aprende música y el violín  paso a ser su instrumento preferido. Hacia 1935 a su regreso a Mburucuyá, un amigo de su padre, Gerardo Silva, le enseña a ejecutar el clásico dos hileras el acordeón campiriño que tomó carta de ciudadanía correntina, para expresar a través de sus notas, toda la grandeza, la ternura, la sensibilidad y la fascinación del alma del paisano guaraní que nos lego la retozona Polka Correntina, la auténtica expresión de un pueblo aguerrido y soñador.............
Algunos de Sus Exitos:

"Mi Provinciana"

"Ida Zulma"


Reseña Biográfica: Alfredo Antonio Miranda nos brindó, siempre, una lección de estilo y buen gusto y nos dio una enjundiosa versión limpia en la articulación, acertada en las dinámicas de los matices del buen canto, la que viste de señorío y fascinación.
 
Nació este músico polifacético en la bella Mburucuyá el día 2 de Mayo del 1922. No vidente, no importo para que se expresara con tanta ternura a través de su música sutil, romántica, toda la pureza que su corazón cobijaba para enaltecer la Polka Correntina, esa que él conoció en su pueblo natal y profundamente arraigada con el arte nativo regional.

Alfredo Antonio Miranda vino al mundo para dejarnos un ejemplo de nobleza, sentimientos leales y poesía de amor.

Músico total ya que ejecuta varios instrumentos, pese a que en los últimos años lo viéramos ejecutando el típico acordeón haciendo dúo con el amigo de toda su vida: Silvio Dip, bandoneonísta de fina sensibilidad.

Alfredo Miranda, en su niñez, fue famoso a través de la armónica. Luego, con el Mbaracá. En Buenos Aires aprende música y el violín paso a ser su instrumento preferido.

Hacia 1935 a su regreso a Mburucuyá, un amigo de su padre, Gerardo Silva, le enseña a ejecutar el clásico dos hileras "el acordeón campiriño" que tomó carta de ciudadanía correntina, para expresar a través de sus notas, toda la grandeza, la ternura, la sensibilidad y la fascinación del alma del paisano guaraní que nos lego la retozona Polka Correntina, la auténtica expresión de un pueblo aguerrido y soñador.

En Mburucuyá, hacia principios de la década de 1950, toma contacto con uno de los cuatro grandes del folklore correntino: Eustaquio Miño, y este lo incorpora como vocalista y guitarrista a su consagrado conjunto:  "Los Gauchos de Mburucuyá".
 
Media Hora de Suerte -conocido y hoy histórico bar de la ciudad de Corrientes, sirvió para el primer encuentro circunstancial, entre los que más tarde nos darían a uno de los mejores dúos del folklore del Taragüi: Quiroz   Miranda
 
Sabido es que en ese reconocido bar del señor González, se reunían músicos, poetas, cantores y bohemios, todas las tardes y donde cada uno de ellos hacía conocer sus últimas creaciones. Así fue que se encontrándose con Eustaquio Miño y Alfredo Antonio Miranda, llegó al lugar Gabino Quiroz
 
De los pagos de Mburucuyá- quien poco después comenzó a cantar. En un momento dado, el maestro Eustaquio Miño, pide que formen un dúo entre Quiroz y Miranda. Era su deseo escucharlos juntos.

No bien finalizaba de cantar una polka correntina, Eustaquio Miño, con ese donaire tan campesino que lo caracterizó se dirige a los presentes y dice:
Señores acabo de encontrar el dúo que estaba buscando. De hoy en más se llama:
¡Quiroz  Miranda!
¡Que acierto!


Había nacido uno de los mejores dúos que recuerda el folklore correntino.

Que valoramos más de este caballero que se llama Alfredo Antonio Miranda: como cantor o como acordeonista. En ambas se lució siempre. Como cantor -se destacó por su clara articulación- tenía una garganta envidiable y sutileza en los matices. Más que cantar, fascinaba, cautivaba, enternecía.

Pocas veces el canto guaraní -estuvo tan bien expresado. Tan bien presentado. También estimado y respetado. Lástima que hay muy pocas grabaciones y de las pocas que quedan, los sellos donde quedaron registradas estas verdaderas joyas del folklore correntino, nunca reeditaron esas perlas.

Pregunto... ¿por qué? Es un arcano.
 
Como acordeonista, Alfredo A. Miranda es un verdadero talento. Juega con los ritmos, con las melodías. Se conmueve en cada síncopa de la tradicional polka correntina. Crece el fuego interior con el correr de los compases retozones. Posee un estilo rico, sutil, en un medio donde hubo verdaderos maestros de las melodías correntinas. Su acordeón tiene fidelidad -hacia la expresión del sentimiento del paisano a través de su emoción mas típica: la Polka Correntina, donde el campiriño, supo amalgamar su alma dándole en poesías amorosas la cadencia de su espíritu -amén del noble sentimiento del indio guaraní. Le sumo los sonidos de las selvas milenaria del terruño Taraguí y al perla de su rico idioma indio, que escuchamos en la típica polka correntina que nació hacia1870 por "Hechos de sangre y lágrimas".

Es esa misma expresión que escuchamos hoy en el acordeón de Alfredo Antonio Miranda "El Mburucuyano", que hallo en sus manos reflejos de su alma para dejarnos para siempre -melodías señoriales y el magnetismo de su arte inimitable.

Lástima que ¿productores...? Discográficos, están dejando escapar a este maestro del sentir correntino y nadie haya pensado en hacerlo grabar.

Y pesar que grababan tantos mediocres, los que nos dejan música, y estamos perdiendo lastimosamente a verdaderos talentosos. A verdaderos maestros que ennoblecen cualquier arte popular.

Pregunto... ¿Hasta cuándo seremos sordos los argentinos...? Creo que seremos cuerdos, cuando no pensemos tanto en el vil dinero. Ese que todo lo corrompe y destruye la belleza artística de los verdaderos creadores de una Nación.

¡Y cuándo el vulgo tenga educación musical!

Su viejo compañero Eustaquio Miño, le dedicó a el un chamamé muy difundido, "Palo Blanco".

Por Redacción Mi Saladas/ Martes, 27 de junio  de 2023