En década del 90, desde los medios de prensa militantes y el poder político que gobernaba por entonces, se escuchaba decir, día tras día, la suma millonaria que perdía el Estado por tener funcionando el sistema ferroviario. Fue así como, en agosto de 1989, durante la presidencia de Carlos Menem, se promulgó la Ley 23.696 de Reforma de Estado, que proponía la privatización o concesión de las empresas del estado.
Posteriormente el decreto 666/89 dio cumplimiento a esta normativa, y entregó en concesión los ferrocarriles. En este punto en particular leemos la palabra concesión, y esto se lo debemos a la gran labor llevada adelante por el Diputado Nacional Lorenzo Pepe, que con su lucha pudo cambiar privatización por concesión. De otro modo los bienes inmuebles, equipamiento y material rodante se hubiesen vendido y el Estado nunca más podría haberse hecho cargo nuevamente del sistema ferroviario.
Si uno habla de decretos relacionados al sector ferroviario, todos vamos a coincidir en que el más nefasto y destructivo que existió fue el 1168/92, que ordenó una abrupta disminución de los servicios a partir del 31 de julio de 1992. Luego, el 15 de diciembre de 1992, se firmó decreto 2388/92 que prorrogaba el fin de los servicios hasta el 10 de marzo de 1993, con este último decreto neto corte “peronista neoliberal”, es cuando se le da el knock-out (nocaut) al servicio ferroviario del país, donde Saladas fue una de las grandes damnificadas.
Debemos recordar que este plan para el sistema ferroviario se vino delineando desde el año 1961, profundizándose en el año 79 (con el ministro de Economía José Alfredo Martínez de Hoz) y logrando lo que pretendían las políticas neoliberales y del Banco Mundial durante la presidencia de Carlos Menem.
Saladas tuvo “tres sopapos tremendos en su historia”, el primero fue en la década de 1940, con el ataque de octava plaga de Egipto
(NR: La octava plaga de Egipto fueron las langostas. Antes de la plaga, Moisés acudió al faraón y le advirtió de la inminente plaga de langostas) que diezmaron las producciones citrícolas, cuando Saladas era un polo importante de esta producción, que no solo se comercializaba como frutos frescos ,sino que generaban valor agregado a la economía saladeña.
Los “dos últimos sopapos”, fueron la eliminación del ferrocarril y cierre de la firma citrícola Pindapoy
Con la desaparición del ferrocarril y Pindapoy, el barrio Estación, que prácticamente nació con la llegada del ferrocarril y el colectivo popular lo bautizó como “Barrio Estación”. Este barrio antes alejado se tuvo que reinventar y así en la actualidad tiene mayor densidad demográfica y servicios superiores a otros barrio del macrocentro de la ciudad de saladas.
Lo que este redactor no entiende es: ¿Cómo Saladas siguió creciendo a “tasas chinas” en cuanto a crecimiento demográfico, habitacional y otros sin tener una macroeconomía que lo justifique?
(NR: La macroeconomía se centra en el desempeño económico: los cambios en la producción, la inflación, las tasas de interés y los tipos de cambio, y la balanza de pagos. La reducción de la pobreza, la equidad social y el crecimiento sostenible solo son posibles con políticas sólidas.)
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Por Director Mi Saladas/ Viernes, 8 de marzo de 2024