Como los alimentos representan nuestras culturas, se convierten en partes fundamentales de nuestra identidad. Las recetas se transmiten de generación en generación; los sabores, aromas y aspectos visuales de las comidas nos conectan con nuestra herencia ancestral. Locales comerciales del rubro de Saladas, no ofrecen “Tortitas de Maíz”, pero en la ciudad de Bella Vista, se encuentran en prácticamente todos los comercios afines, en toda época del año. En Saladas, esta cultura ancestral solo subsisten en algunas cocinas hogareñas, en sus mas diversas preparaciones.
La comida se considera parte del patrimonio cultural inmaterial, una forma de vida que se transmite de generación en generación. Las recetas tradicionales, las técnicas culinarias y el protocolo en la mesa pueden reflejar los valores y creencias de diferentes comunidades y son partes vitales del borrado patrimonio cultural.
La cultura de las comidas típicas se ve amenazada por la introducción y promoción de nuevos alimentos de origen foráneo.
Saladas, conocida coloquialmente como “Cuna de Héroes”, se halla en el umbral de su tricentenario (1732-2032), y ya se nota el cambio (abandono) de costumbres ancestrales y por ende de otro patrimonio cultural inmaterial.
La Semana Santa, además de ser un período de oración y reflexión para los católicos, es un tiempo cargado de costumbres que muchas familias siguen independientemente de la fe que profesen.
Y como suele suceder, los hábitos que más perduran en el tiempo son los relacionados a la gastronomía, ya que el arraigo y sentido de pertenencia que generan ciertas comidas no tiene comparación con otras expresiones culturales.
Nadie quiere que quede en el olvido la receta de pastas que la abuela trajo de Italia, ni la forma de cocinar la paella que el abuelo aprendió antes de venir desde España.
Algo similar pasa con una delicia dulce que todos los años tiene gran popularidad en varias localidades del Interior desde el Jueves Santo hasta el Domingo de Pascuas: las tortitas de maíz.
Se trata de una preparación tradicional en el Nordeste argentino y en el Paraguay, que llegó a la región hace varios siglos, con las misiones evangelizadoras de la Iglesia Católica (de raigambre cultural jesuitica). Es esa vinculación con la religión lo que explica que se consuma particularmente en estas fechas.
Hasta finales del siglo pasado, cada familia del barrio Cañada Zurú, de Saladas tenía sus recetas, que eran “secretos de estado y transmitidos oralmente a sus descendientes”), pero podemos citar, gracias a una desclasificación de secreto: Ingredientes 500g harina de maíz, 500g harina leudante (Blancaflor, Reinharina leudante u otras), 200g grasa, leche cantidad necesaria, ralladura de limón, cuatro huevos.
La gourmet hogareña que traicionó el secreto ancestral, modificó la receta original incorporando 100 g de almidón de maíz, ingrediente que las hacen más esponjosas, crujientes
(comercialmente se conoce como Maizena que es un producto de fécula de maíz), también
reemplazó los 200 gramos de grasa por 200 gramos de manteca. Su cocción a hormo moderado (horno de barro) se realizaba sobre hojas de naranjo o limón, para darle un toque de aroma y sabor cítrico.
Por Redacción Mi Saladas/Domingo, 6 de abril de 2025